miércoles, 23 de noviembre de 2016

KIKI,UN OJO EN LA MIRADA

UN OJO EN LA MIRADA










 El universo de Joaquín Hernández (Kiki),entra en la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz.                                                                            
   

Joaquín  Hernández (Kiki) con Jesús Cuesta Arana en la exposición conmemorativa de su nombramiento como académico en el Palacio de la Diputación Provincial de Cádiz.

                                                    JESÚS CUESTA ARANA
Joaquín Hernández (Kiki), de la misma manera que ilustra la vida, la vida  lo ilustra a él. Y al final, – ¡lo que son las cosas! –, desemboca en Ilustrísimo Señor. Su justo y encomiable ingreso en la Real Academia de  Bellas Artes de Cádiz, así lo confirma.
      Junto a Kiki en un retrato familiar, –azogue y lumbre a la imaginación –, posan   todos los fotógrafos gaditanos, escritores de la luz, del ayer y  hoy, con los mismos afanes conjuntos; aunque los tiempos sean distintos.
      Las imágenes al fin y al cabo no permanecen inmóviles, sino que empiezan como nosotros  a volar por el tiempo. A la contemplación de la obra de Kiki se palpa que  se entiende mejor con el lenguaje puro, en blanco y negro, sin adobos coloristas y  sensacionalismos. De modo que recrea toda una atmósfera auténtica repleta de intensidad y drama. Descifra, magistralmente, que el valor testimonial de una fotografía no está reñido con la estética o el acento personal, en una suerte que entona los latidos de la tierra  con los trabajos y los días.
      Joaquín Hernández Conde (Kiki), de Cádiz, del barrio del Balón por más señas. Siempre con su remoquete, –como su cámara al cuerpo–, a través del universo cotidiano del Diario de Cádiz, retrata la vida misma y sus sombras luminosas o con sus luces sombrías. Desde la tragedia al carnaval; el Cádiz CF, los  acontecimientos sociales, espectáculos; los gritos, silencios y susurros de la calle. De la  gente áulica o de poder a la gente humilde. De las alegrías de Aurelio o la Perla; la saeta de Pericón o Chano al cante fragüero de los Donday. En fin, todos los sentidos y sentimientos en claroscuro del pueblo. La historia y la intrahistoria junta en un mismo álbum. Se dice que todo está en los libros, como todo está en las fotografías de Kiki. En un inmenso mural con temperatura humana y emociones contrastadas.
       Como un epígono de los viajeros románticos, desde Cádiz del alma, allende los mares; en el son y brisa hermana de Cuba, “las calores africanas”, los remotos vientos asiáticos se pinta el mapamundi del titirimundi del ya  Ilustrísimo Señor Kiki.
     Y lo más grande para engrose y continuación, aún más, del valioso legado, su esposa Carmen y su hija Rocío, se desviven en el mismo amor y oficio por el arte y la magia de captar la fugacidad del momento y  la memoria-pan de cada día.  

     La vida y el arte vienen del mismo sitio. Totalmente de acuerdo con la reflexión de Katherine Mansfield: “Ser leal con la vida es ser bueno, sincero, sencillo y honrado”. A la lectura de ésto: ¿Quién no se acuerda de Kiki?  ¡Parecen palabras escritas para él!